La república de los espíritus libres

Publicado el 14 de junio de 2023, 21:20

La república de los espíritus libres. Jena, 1800

Peter Neumann

 

Los dos ejes de la obra, el espacial y el temporal, son, por supuesto, la ciudad alemana de Jena y el año 1800. Pero el texto va y viene entre los años anteriores y posteriores a 1800, además de alejarse (no mucho) de Jena para aproximarse a Weimar y a Berlín, lugares relativamente próximos, pero con connotaciones muy dispares de la primera. Junto a esos dos ejes, los protagonistas principales del relato son el filósofo Schelling, los hermanos Friedrich y Wilhelm Schlegel junto con sus respectivas esposas, Dorothea y Caroline, el poeta Novalis y el escritor, traductor y editor Ludwig Tieck.

Todos esos personajes, a los que acompañan en la obra con un papel más o menos secundario figuras como Schiller, Goethe, Fichte, Hegel o Madame de Staël, coincidieron en la ciudad universitaria de Jena en un momento en el que, afirma Neumann, “la Revolución ha devorado a sus hijos y ha fracasado. Pero ¿qué puede ser más libre que la libertad del pensamiento y del arte? Filosofía y literatura en lugar de activismo político y del tumulto revolucionario. El camino hacia la añorada libertad política pasa a través del ojo de la aguja de la reflexión filosófica y de la imaginación poética. Solo ellas pueden trazar un puente sobre los fosos, solo ellas pueden encauzar el camino hacia este tiempo nuevo, indeterminado por completo. Nadie puede detener el nuevo siglo, que se halla a las puertas. Mientras en París declaran el final de la Revolución, ahora comienza en Jena”

El libro se compone de tres partes (“La revolución inacabada”, “El año regalado” y “El infatigable espíritu del mundo”) cada una de la cuales se subdivide en capítulos muy heterogéneos. Algunos (como el titulado “En el ojo del huracán: Una filosofía se extiende por el Continente”) sirven para exponer el contexto general de los acontecimientos, mientras que otros (“El riesgo de la libertad: La señora Böhmer ensaya la rebelión” y “Schelling ante la decisión”) tienen un tono más biográfico, al abordar el pasado de Caroline Schlegel, antes viuda de Böhmer y, una vez divorciada de Wilhelm Schlegel, futura esposa de Schelling. De carácter decididamente biográfico es, asimismo, el dedicado a la muerte de Novalis (“Buscar tierra virgen: En la mina de la poesía”).

Hay en la obra capítulos (“Afectuosamente, su mundo exterior: Fichte, Schelling y el yo”; “El sujeto presumido: Fichte ante la ley”; “Hegel y los cascanueces: La filosofía no es pienso para estudiantes” y “Kant en quince minutos: Germaine de Staël hace una petición”) en los que Neumann hace unas breves incursiones filosóficas sobre Kant y los representantes más cualificados del idealismo alemán. El lector que huya despavorido ante la mera mención de Schelling o de Hegel puede, en este caso, respirar tranquilo: el libro se limita a dar unas pinceladas sobre el significado de aquel gran movimiento filosófico, pero no a desarrollar sus tesis. Cuando introduce una cita del libro de Hegel “Diferencia entre los sistemas de filosofía de Fichte y Schelling”, en la que el filósofo habla de “la identidad entre la identidad y la no identidad de una totalidad de la razón que se contiene a sí misma y que contiene a la vez a su opuesto”, Neumann añade, piadosamente, “casi nadie entiende lo que [Hegel] quiere decir con eso”.

En otros capítulos (“Gran teatro: Tiempo de prueba”) Neumann relata la inauguración del nuevo teatro de Weimar; la visita de los protagonistas a la pinacoteca de Dresde (“Pausa artística en Dresde: En los brazos de la Virgen”); la aparición de la novela de Friedrich Schlegel (“El más bello caos: Lucinde o la audacia del amor”) o la influencia de la omnipresente figura de Goethe en la actividad cultural alemana durante aquella época (“Espíritus serviciales: Ida y vuelta a la Luna”, “El anciano de la montaña: En el paraíso con Goethe” y “Soberanos sin reino: La familia de los magníficos desterrados”). Hay, en fin, capítulos sobre cuestiones más bien anecdóticas (“Intermezzo: El siglo demorado”), como la controversia sobre el año -1880 o 1801- en el que comenzó realmente el siglo XIX, o más transcendentales (“Enfado con los evangelistas: Novalis y la religión del futuro”).

El libro, cuyas primeras páginas describen los acontecimientos del alba del 13 de octubre de 1806, cuando el ejército napoleónico entra en Jena, y cuyo final se sitúa al término de ese día, tras la batalla en la que el Emperador venció a las tropas coaligadas de Prusia y del Electorado de Sajonia, se completa con unas páginas sobre el curso de la vida (“Qué fue de ellos”) de los protagonistas, más varios apéndices relativos a la cronología de los hechos narrados y a la bibliografía utilizada, así como un Índice onomástico particularmente útil.

La obra de Neumann nos acerca a un escenario en el que filósofos y escritores rivalizaron en hacer de la pequeña ciudad universitaria de Jena una república de las letras caracterizada por su libertad de espíritu. Lograron, como afirma el autor, que esta pequeña ciudad atrajera “a todos los que son alguien o esperan serlo alguna vez. Pronto se oye en toda Europa que aquí está la auténtica residencia del espíritu. La Academia de Platón se levanta ahora en el Saale”.

En los primeros años del siglo XIX, cuando el giro que supuso la Revolución francesa ya se había consumado, la pequeña ciudad del ducado de Sajonia-Weimar se convirtió en el centro de la cultura y de la vida intelectual de Alemania. Por su universidad, reconstituida en 1558 en sustitución de la de Wittenberg, y por sus salones desfilaron los portavoces de las nuevas ideas filosóficas, entonces revolucionarias, que marcarían la traza de aquel siglo.

Neumann consigue aunar en su texto la filosofía, el arte, la biografía y la historia de la cultura. Con una técnica literaria peculiar (que superpone imágenes o escenas a un ritmo no consecutivo, como si se tratase de una película rodada en diferentes escenarios que refleja secuencias sin orden cronológico), entremezcla las vidas de los protagonistas y el ambiente que reinaba en Jena. La eclosión de los planteamientos intelectuales que estaban emergiendo en unos años cruciales para Europa se tradujo, en Jena y en el resto de Alemania, durante el tránsito del siglo XVIII al siglo XIX , en el nacimiento del romanticismo en el arte y del idealismo en filosofía.

Concluimos con la transcripción de un pasaje del libro donde el autor refleja las circunstancias que propiciaron la asunción de los nuevos valores republicanos, evitando el derramamiento de sangre que el vecino país había conocido: “La Revolución ha quedado atrás. Napoleón Bonaparte le ha puesto fin. Con un sutil golpe de Estado se ha catapultado a la cumbre de la todavía joven república, y ahora, como primer cónsul, conduce desde París la historia del país. El Ancien Régime ha quedado atrás definitivamente […] Nunca ha sido tan incierto el futuro […] Son tiempos de desgarro […] El duque de Weimar vigila con atención qué lecciones imparte cada sabio, qué tendencias circulan y de todo eso qué cosas y de qué manera llegan al público. Desde Weimar se pone freno a la libertad de espíritu tan invocada en Jena. […] Esos son algunos de los asuntos disputados que en noviembre de 1799 electrizaban al ducado de Sajonia-Weimar. Libertad, autonomía, es la consigna de estos días. Falta tan solo un fundamento firme sobre el cual erigirla. La violencia descarnada no conduce a ese fin, tal como se ha demostrado en París”.

Peter Neumann estudió filosofía, ciencias políticas y economía en las universidades de Jena y Copenhague. Doctor en filosofía y profesor de historia de la filosofía en la universidad de Oldenburg, se ha especializado en el idealismo alemán. Además de la obra que ahora reseñamos, ha escrito “Zeit in Übergang zu Geschichte. Schellings Lehre von den Weltaltern und die Frage nach der Zeit bei Kant” (2019).

*Publicado por Tusquets Editores, octubre de 2021. Traducción del alemán de Raúl Gabás.

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